Donde se junta un grupo de gente
puede preponderar lo grande y bello
que engrandece al ser humano ó derivar
hacia el mezquino de celos y envidias de unos cuantos
donde los otros son atacados,
presas fáciles sin poder defenderse, pues como grandes que son
no usaran jamás las mismas armas.
Sólo pueden alejarse hasta que se restablezca el orden
y de nuevo esté cada uno donde corresponde.
Este poema de Mariant está dedicado al paisaje
consecuencia cuando todo queda a merced de la vileza.
Asaysa Heras.
¿ Qué queda?
Ay de mi,
no la ven los ojos
si embozados en frágiles crisálidas
engañan corazones.
Al abrigo del calor del costado
se esquinan los reptiles,
escuché sus gentiles rugidos disfrazados
esconden sibilina su burda apariencia
de su presencia me avisó el frío,
una rendija se les abrió el alma
y en mi se heló la sangre,
en otros toca a llamada.
Se solazan en la tierra que conquistan
veo la hilera avanzar en el laberinto.
No dimensionan las letras mi pena,
mi ánimo pidió retirada,
se abrió el cofre del mal humano
y lejos tiran la llave para asentarlo,
se desdibuja la vereda,
les veo perderse en el gris de la niebla
del desaliento, la maldad y la desidia.
Es lo que tiene la actitud mezquina
pero no habrá paz
y se consumirá a sí misma.
Me sangran los pies
en cada paso que me alejo
por los que inconscientes secundan,
atrás no queda esperanza,
tarde o temprano bajará la noche
y envolverá las ruinas
lejanas bajo una fina lluvia
resbalará el agua por rostros cansados
sin vida en las pupilas.
Será vil y espeso su dolor,
apenas se hablará ya de fe y de alegría,
abandonados quedaran
en la hora sombría.
Mariant Íberi.